viernes, 25 de enero de 2008

El gurú

Estoy visitando a un cliente. Como suele ser costumbre, ellos me enseñan sus instalaciones y es en ese momento en el que me encuentro con un compañero de mi trabajo. Nos preguntamos mutuamente que estamos haciendo allí. Los dos estamos de visita, aunque no sé por qué me da que él ha ido a hacer una entrevista de trabajo. Está un pelín nervioso.

Cuando ya me dispongo a hurgar en el asunto se oye un revuelo. Ha llegado un super-gurú de la tecnología y de repente todo el mundo pasa de nosotros dos. Viene rodeado de una corte de gorilas (en el sentido figurado) y de la dirección de la empresa. Nos invitan a sentarnos y a callar. "Bonita hospitalidad"- pienso.

El super-gurú (americano o inglés, cómo no) empieza a vociferar su diatriba como si fuera un predicador. La audiencia cada vez está más entusiasmada. Hay que reconocerle cierto carisma al tipo, aunque en el fondo me parece un payaso charlatán. Paso de mover los brazos y gritar al unísono como hacen todos, a excepción de mi compañero de trabajo.

Uno de los gorilas se percata de que ninguno de los dos le seguimos el rollo a la eminencia ésta y entonces nos hace salir al estrado. Una vez allí el charlatán somete a votación ante su audiencia a quién de nosotros dos nos quieren ver en bolas.

El compañero y yo nos miramos. Mientras el tele-predicadorcillo alimenta las ganas de su público de humillar a alguien, urdimos un plan desesperado susurrándonos en la oreja procurando no mover los labios, para que no se note. Para ser improvisado no está mal. A mí al menos me motiva bastante, aunque, la verdad, no es un plan muy elaborado:

- En cuanto se gire le damos una patada en los huevos.
- Hecho, tío.

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